Sunday, September 8, 2013

Algunas cosas que la historia (de otros) nos puede enseñar

Hace un tiempo se despertó mi interés por el proceso denominado "la restauración
Meiji" a través del cual Japón pasó con una velocidad asombrosa de una cultura feudal aislacionista con base primordialmente agraria (por lo menos desde una perspectiva oficial) a una sociedad industrializada y occidentalizada. Muchas veces me había preguntado cómo pudo darse este proceso, que desde nuestra perspectiva foránea vemos como un cambio radical y aparentemente instantáneo, tanto desde lo político como lo social; así como también se me ocurrió preguntarme cómo habrían vivido ese período las personas comunes y si esos cambios fueron, a largo plazo, en beneficio del país.


Algunas ideas sobre cómo podrían haber vivido esos momentos algunas personas me las está dando -por curioso que parezca- una telenovela de la NHK que trata precisamente de ese período de cambios; la serie, con buena base histórica -por lo menos lo que se puede juzgar desde la distancia sin estar versada en el tema, pero sí chequeando las referencias que proporciona, da una pista de lo doloroso y difícil que pudo ser para muchos el cambio de paradigma, ya que de eso se trató: un choque de fuerzas que pujaban por la supremacía política pero también por preservar la autonomía nacional frente a un peligro muy certero de dominio foráneo, todo ello imbricado con creencias religiosas y morales que por momentos también chocaban violentamente.

La fuerza con que se despertó este interés me hace preguntarme el por qué; más allá de la atracción que ejerce sobre mí casi todo lo que concierne al mundo nipón, parece un poco insólito el pretender entender un proceso clave de la historia japonesa cuando apenas parece que pudiéramos entender nuestra propia historia. Y quizás allí esté la clave: es un mundo totalmente ajeno a nuestra historia, sin embargo, pueden apreciarse fuerzas en juego muy similares a las que constantemente tironean de nuestro país, sin que por otra parte nos obnubile la participación emocional en el conflicto (parece que aún nos cuesta mucho distanciarnos emocionalmente de la Revolución de Mayo, por no hablar de la conquista española o de generación del '80). Esta distancia emocional, me gusta imaginar, quizás nos pueda ayudar a comprender y encauzar nuestros propios conflictos.

En este sentido, parece un elemento muy importante para tener en cuenta que una vez establecida la supremacía del sector (o quizás sea más apropiado decir 'sectores') que resultó vencedor, con el tiempo también se incorporó a elementos significativos del grupo vencido, haciendo oídos sordos a los reclamos de una gran parte del sector "vencedor" que clamaba por la destrucción total de los vencidos; buscando una solución que a largo plazo demostró ser clave en la construcción de un país moderno, esto es, la de reconocer a los vencidos el derecho a ser tratados con respeto a su existencia y aún integrando a elementos valiosos de ese sector.

Seguramente mi interpretación es demasiado simplista y, en todo caso, provisoria, ya que tengo que profundizar más en la complejidad de hechos interrelacionados que marcaron esta época. Pero aún así, me gustaría destacar el espíritu, la inteligencia y la visión de las personas clave que posibilitaron el trapaso de poder de una forma que minimizó la destrucción, y me gustaría también transcribir estas palabras de Katsu Kaishu (-勝 海舟-, un hombre de naturaleza negociadora que indudablemente debía tener una gran personalidad) con las que intentó reflejar que el interés de la nación exigía integrar a las facciones en conflicto:
  "Ahora, a pesar de que el ejército imperial está cerrándose sobre Edo, tanto nuestro señor como sus vasallos continúan manteniendo humildemente su actitud de sumisión. Esto es porque la gente de la familia Tokugawa es uno con el pueblo de la nación... Si [los términos pedidos para la rendición] son justos, ésto será para el gran bien de la nación. Si, por el contrario, existe un sólo acto injusto, la nación colapsará. La gente se rebelará..." 
(citado por William Steele, en  "Against the Restoration. Katsu Kaishu's Attempt to Reinstate the Tokugawa Family", pub. en Monumenta Nipponica, Vol. 36, No. 3 (Autumn, 1981), pp. 299-316)



Hay que tener en cuenta que a su vez, internamente, cada sector se encontraba con fuertes diferencias de opinión, teniendo en su seno por un lado a personas como Saigoo Takamori y a Katsu Kaishu, que se daban cuenta que un conflicto armado y la consecuente destrucción del aparato productivo socavaría las bases del poder, quienquiera fuera el ganador, que debían constantemente poner freno a otros más radicales -motivados algunas veces por 'purismo' ideológico pero también muchas veces por pasiones personales- que estaban dispuestos a inmolarse en un conflicto aunque su resultado se previera adverso. Y ésto es lo que me gustaría rescatar como reflexión final: que raramente la aniquilación de una parte de la nación por otra puede producir resultados positivos y duraderos, y que la grandeza de un país depende de la participación de todos, también de los que circunstancialmente están en la vereda de enfrente.

Cierro con otra reflexión de Katsu: "Una sola columna resistente no puede sostener una casa que se cae a pedazos". Creo que sobran las palabras...