Thursday, April 24, 2014

Acerca de la extensión del concepto de "vulnerabilidad social" y del universo que abarca

Recientemente me encontré, en el ejercicio cotidiano de mis tareas de control de aportes al organismo previsional en el que obligatoriamente están nucleados los abogados de la provincia de Río Negro, con una situación que me motivó a pedir a la asociación profesional que nos representa su intervención para establecer reglas claras de convivencia.
La situación es un poco difícil de explicar en pocas palabras para quien no está imbuido del funcionamiento de este sistema, así que pido sepan disculpar si la síntesis se extiende un poco más de lo deseable, o si por el contrario quedan cosas por explicar (lo que haré gustosa si alguien lo requiere, en la medida de mis posibilidades).
Primeramente, debo aclarar que según la legislación provincial, cuando un abogado tramita una sucesión, el honorario que se le regule no le pertenece en su totalidad sino que debe depositarse íntegramente a favor de la entidad previsional, denominada Caja Forense de la Provincia de Río Negro, la cual después entrega al profesional un porcentaje (entre el 50% y el 73%) de lo depositado; más allá de la cuestionable constitucionalidad de semejante retención, en el estado actual de la cuestión estos fondos forman parte de los recursos con que cuenta la entidad. Con el fin de controlar que se efectivice el depósito, se exige la conformidad de su representante antes de que se puedan inscribir los bienes o retirar fondos del expediente.
En otro orden de cosas, existe en el ámbito judicial un organismo, denominado Ministerio Público, que entre otras funciones tiene la de atender a las personas carentes de recursos que requieran de los servicios de justicia.
Así las cosas, llegó a mis manos como representante de Caja Forense un trámite sucesorio iniciado y llevado adelante por el Ministerio Público, pese a que en lo actuado se denunciaban bienes. No eran bienes de excesivo valor, pero tampoco insignificantes. Como representante de la entidad previsional me opuse a la continuación del trámite si no se regulaban honorarios y se acreditaba el aporte correspondiente,
Tiempo después, en oportunidad de hablar con la funcionaria que tramitó esa sucesión, ésta me pidió que aclarara que lo hizo exclusivamente porque consideró que el heredero se encontraba en situación de vulnerabilidad social, por padecer de algún tipo de discapacidad que le haría difícil  el acceso al servicio de Justicia. Explicación que a primera vista parece razonable y sensible, pero que en un ulterior análisis motivó las reflexiones que siguen.
Sin desconocer lo penoso que es padecer cualquier tipo de incapacidad, pareciera que considerar que por esa sola circunstancia la persona se encontraría impedida de acceder a los servicios legales habituales (abogados particulares) resulta cuando menos dogmático, y no se advierte cómo el Ministerio Público puede garantizarle mejor acceso que un letrado particular. (Sostener eso equivaldría tanto como a decir que los profesionales particulares violan la ley, al no arbitrar los medios para garantizar un buen servicio).
En este contexto, aún a riesgo de ser malentendida, no puedo dejar de señalar que el concepto de discapacidad se ha hecho tan genérico que no diferencia grados ni permite poner de resalto las capacidades que la persona, salvo que sea un vegetal, seguramente tiene. Últimamente el rótulo de "discapacitado" parece un salvoconducto para obtener todo tipo de beneficios sin efectuar ninguna otra contraprestación que no sea la de hacer largas colas para los trámites que lleven hacia la obtención de ese salvoconducto. OJO! No quiero negar con ésto la necesidad de proteger a las personas que sufren de algún tipo de disminución física o mental, pero sí me parece importante que esa protección se dé en un marco de coherencia y razonabilidad, asegurando por ejemplo a esas personas el acceso a puestos de trabajo acordes con sus capacidades, capacitándolas (valga la redundancia) para que exploten al máximo sus talentos y posibilidades,  facilitándoles traslados, prestaciones asistenciales y los elementos de soporte que requieran para un adecuado desenvolvimiento, y que esa protección sea acorde a las necesidades reales de cada una de esas personas, en vez de tratarlas como un bloque. Tratarlos como in-capaces, aunque se les de una denominación distinta, es injusto para toda la sociedad, inclusive para ellos mismos, ya que los degrada, quitándoles toda dignidad.
Dicho lo que antecede, me parece importante mencionar que existen muchos profesionales de las denominadas "profesiones liberales" (entre las que se encuentran los abogados) que también sufren de algún tipo de padecimiento físico o mental más o menos permanente, sin que su dignidad les permita auto-asignarse el rótulo de discapacitados. Estos profesionales sufren diariamente las presiones de todo tipo que el ejercicio de la denominada "profesión liberal" implica, las que deben afrontar superando sus propias limitaciones, Entre esas presiones se encuentran como principales sin duda la de generar ingresos suficientes para mantener en funcionamiento su fuente de trabajo y la de afrontar una creciente presión fiscal que presupone ganancias muchas veces inexistentes. Y todo eso en el marco de inseguridad e inestabilidad que el ejercicio independiente de la profesión genera, sin contar en gran parte de los casos siquiera con el acceso a un adecuado sistema de salud, ni tener garantizado el derecho a la vivienda, ni tener garantizado el acceso a una jubilación digna (y mucho menos a un seguro por discapacidad) para el día en que ya no puedan continuar con su actividad.
En el marco señalado es que extender tanto el concepto de "vulnerabilidad social" para hacer que éste abarque a cualquier persona que muestre alguna falencia atenta claramente contra la protección que se declama, porque el resultado de ello es que el universo de los "vulnerables sociales" se extiende cada vez más, aumentando gradualmente el nivel de pobreza, de indignidad y de exigencias a los cada más insuficientes recursos del Estado. En el caso particular que motiva esta nota, la asunción por parte de los organismos públicos de tareas que pueden ser desempeñadas con igual o mayor eficiencia por parte de los profesionales particulares habilitados por el Estado implica que se reduce la fuente laboral de esos profesionales, sin una correlativa reducción de la presión fiscal o de sus gastos operativos, llevándolos paulatinamente al borde de la indigencia y transformándolos, también a ellos, en "vulnerables sociales".
Vemos de esta manera que, si no somos cuidadosos en el empleo de los conceptos y de las estrategias, nos amenaza una niebla negra y pegajosa que será muy difícil de despejar.



Sunday, April 20, 2014

Sobre la precariedad del empleo y distintas maneras de enfocarla

Las novelas coreanas siguen siendo una fuente de inspiración para pensar o re-pensar temas que parecen ser universales. [Tengo que aclarar aquí que con ésto no estoy implicando que otras producciones carezcan de esos valores, simplemente ocurre que me últimamente me siento más seducida por la cultura asiática].
Acabo de terminar de ver una novela que en el original se llama algo así como "La diosa de la oficina" (según traducción cuyo acierto no pude corroborar), que trata básicamente de los avatares a que están sujetos los trabajadores en el marco de una economía en recesión. En mi modesta visión, encuentro que en un tono general de comedia resulta profundamente crítica del modelo económico imperante, en que la prioridad es el aumento de los dividendos por sobre las necesidades humanas; aunque buscando más su humanización que su destrucción.
Ante la inseguridad y el consiguiente stress que implica la posibilidad de no tener empleo o de perderlo en cualquier momento, esta novela en 16 capítulos muestra dos maneras diametralmente opuestas de enfrentar esa situación: la de una persona que no puede soportar la idea de la inseguridad que conlleva el no tener un empleo de carácter permanente (aunque a lo largo de esta serie resulta claro que en ningún caso puede darse por sentada esa permanencia), frente a otra persona que deliberadamente elige ser trabajadora temporaria y se niega rotundamente a prolongar sus contratos por más de tres meses en el mismo empleo. En ambos casos, en algún momento cada una de estas personas explica que la razón de su elección es su propia forma de enfrentar la angustia existencial que la precariedad de la vida laboral les provoca; en un caso, huyendo de ella y de cualquier cosa que la recuerde, buscando desesperadamente la estabilidad; en el otro, trepando deliberadamente a esa montaña rusa que es la inestabilidad, para dominarla como si fuera un jinete que debe domar un caballo brioso.
En lo personal, habiendo intentado (quizás medio tibiamente) las dos vertientes, y habiendo llegado a la conclusión de que la estabilidad real no existe, coincido más con el enfoque de la Srta. Kim (hermosa mujer, por otra parte, creo que muchas podríamos desear vernos parecidas, en la foto los dos aspectos con que se muestra), ya que vivir conscientemente al borde de la precariedad hace que ésta resulte más manejable. Y asegura libertad. Aunque es cierto que el precio de esa libertad puede ser la angustia, ya que se depende exclusivamente de las propias fuerzas.
El durama toca, además de este tema cuestiones tales como la cesantía de personal casi en edad de jubilarse (no queda claro si existe o no la posibilidad de acceder a una jubilación) que en el momento presente ha sido 'obsoletado' por los avances en métodos de gestión pero que durante varias décadas produjo grandes beneficios a la empresa, el de los beneficios laborales cada vez más recortados, las diferencias en el goce de beneficios legales dependiendo del tipo de relación laboral de que se trate, etc.  Y también, como no podía ser de otra manera (había que darle intensidad dramática) el rol de la ética y la justicia en las relaciones de trabajo, que por supuesto, como se trata de una comedia, tiene final feliz (dejo como tarea a quien tenga la inquietud, mirar los últimos capítulos de la serie, creo que serían los capítulos 14 a 16, para enterarse, vale realmente la pena ver a un profundamente justiciero Sr. Moo
  (el actor Lee Hee Joon), un hombre que haría suspirar a cualquier mujer! (mode comentario baboso on ;) )
Los personajes son creíbles (con algunas reservas) y queribles (hasta el protagonista, que se muestra detestable durante la mayor parte de la serie, nos llega al corazón cuando entendemos cómo llegó a ser quien es).
Globalmente, si bien tiene altibajos, tiene momentos excelentes. Como por ejemplo, cuando la Srta. Kim le explica a la chiquita que recién se inicia en la vida laboral las razones de su elección (aproximadamente a los 4 minutos en la segunda parte del cap. 16).
Quien tenga interés en saber un poco más sobre el argumento, puede leer este blog (en inglés).

Más allá de lo que se dice expresamente, también resulta interesante lo que está bajo la superficie, y que es lo que inicialmente me motivó a postear estos pensamientos por acá.
Algo que se advierte casi de inmediato es que no se propone como objetivo deseable destruir el sistema de grandes empresas, sino que se humanice y se haga más justo (un tema distinto y que acá no existe es el de los grandes conglomerados, cuestión sobre el que actualmente existe un fuerte debate en aquél país).
Relacionado con ésto, la opción de ser independiente (o deliberadamente temporario, que es casi aunque no totalmente lo mismo) es sólo para unas pocas almas corajudas, no para la generalidad.
En síntesis, se puede intuir que las personas se sienten más a gusto o más contenidas en ese ámbito cultura si trabajan en empresas grandes, y que ésto es algo que se debe favorecer. Aún aquellas que quieren recuperar valores más domésticos, pretenden llevarlo a cabo dentro de la estructura más grande, a ninguno de los involucrados se le ocurrió generar un emprendimiento independiente para salvar su proyecto de negocio.
Creo que ésto contrasta fuertemente con la idiosincrasia local de los últimos tiempos, en que aún desde esferas gubernamentales se promueve el individualismo y el cuenta-propismo (cfr. la normativa sobre el monotributo social y planes de fomento para microemprendedores, sobre la que me abstengo de citar referencias en este momento por la gran multiplicidad y cruzamiento que me impiden hacer un paneo rápido de sus condiciones actuales de vigencia). Si se diera en nuestro país una ficción similar respecto de un proyecto generado por un grupo luego es apropiado y desfigurado por otro grupo dentro de la misma empresa, se me ocurre que una de las soluciones que probablemente propondría la ficción sería la de que el grupo autor del proyecto decidiera desarrollarlo como emprendimiento independiente, dado nuestro gran individualismo, además de recurrir a una batería de conflictos laborales. La viabilidad fáctica o jurídica de la independización es otra cuestión, sin embargo, creo que la filosofía de base apuntaría fuertemente a ella.
¿Cuál de los dos estilos es más deseable? Creo que es difícil llegar a una respuesta unívoca, la que en todo caso tiene que tomar en cuenta la idiosincracia del entorno donde se debe desenvolver. Creo, sin embargo, que en ambas posturas hay mucho por aprender. Por un lado, no tener miedo a los cambios y a pararse sobre los propios pies. Por otro lado, darse cuenta que algunas cosas sólo pueden lograrse mediante la colaboración e interacción de grandes grupos de personas. La reflexión que me surgió es que, así como a un país no lo conforma una sola persona, la economía no puede desarrollarse a partir de individualidades. Quizás debiéramos como sociedad empezar a despedir los fantasmas que nos hacen ver a las empresas como conquistadores y pensar que sin ellas será muy difícil que nuestra economía avance.