Saturday, June 6, 2009

Reflexiones sobre la violencia y desintegración social

Me pareció interesante compartir esta nota que con el título "Violencia en las escuelas" hace una serie de reflexiones acerca de la violencia en general. El autor, según puede leerse al pie de la nota, es educador y consultor de la UNESCO, por lo que parecería que debe saber de lo que habla.

Sin que necesariamente se deban compartir sus enfoques, revitaliza un debate que creo que es imprescindible profundizar, y es el relativo a los roles de las diversas instituciones sociales como el Estado, la escuela y la familia. En lo personal no estoy segura de compartir su visión de que " Un Estado, es una gran empresa..", aunque indudablemente resulta moderna su concepción; también podría decirse que "un estado es una gran familia" y encontraríamos seguramente muchas diferencias en lo que se podría o debería esperar de él. Este es el debate que creo que la sociedad toda está eludiendo, el de determinar cuál es realmente el rol del Estado; a partir de allí, también se comenzarían a redefinir los roles de otras instituciones.


Para ésto es útil sumergirse en la historia y descubrir cómo surgen los estados, desde las primeras organizaciones sociales; en las tribus y clanes vemos "estados" corporizados en uno pocos individuos a quienes el resto de la comunidad les delegaba el poder de organizarlas (delegación que no siempre era voluntaria, pero que en todo grupo social exitoso en términos de supervivencia siempre ocurría), de decidir cuándo se luchaba por la expansión, qué conductas eran tolerables, qué conductas se considerarían antisociales, cuál sería el modo de relacionarse con lo desconocido, etc; se les delegaba, en suma, el poder de decidir todos aquellos asuntos en los que estuviera comprometida la supervivencia o el desarrollo de esa particular comunidad.


Con el paso del tiempo, las comunidades fueron haciéndose más complejas, creciendo, desapareciendo, uniéndose con otras, las expectativas individuales fueron excediendo las de la mera supervivencia, se fueron incorporando expectativas y  necesidades de naturaleza inmaterial, lo que fue dando origen, justamente, a la historia que todos conocemos. En mayor o menor medida, se fue exigiendo al Estado que atienda todas las necesidades que iban apareciendo, y fue esta mayor o menor medida la que llevó a las distintas concepciones del Estado.


En este punto es donde me parece que deberíamos pararnos y decidir si esperamos del Estado que nos garantice seguridad, educación, riqueza, desarrollo espiritual, felicidad, etc, y considerar no solamente la prioridad de las distintas garantías sino los costos asociados con cada uno de los poderes que le delegamos (teniendo también en cuenta que a cada exigencia corresponde indivisiblemente delegación). Si exigimos seguridad como prioridad, tendremos que resignar otras garantías; si exigimos educación como prioridad, tendremos que resignar algunas otras (por ejemplo, comodidades), y así sucesivamente. En un Estado, como en una familia o en una empresa, los recursos son finitos y no se pueden atender todos los frentes al mismo tiempo.


En lo que sí coincido plenamente con el autor del artículo, es que debemos recuperar los valores, ya que una sociedad sin valores no tiene rumbo. Transcribo una frase particularmente inquietante, y que la realidad de todos los días nos permite corroborar: "Sujetos sin proyecto, son barcos a la deriva. Hombres sin sentido, son hombres perdidos y sin nada que perder. Qué importan entonces los valores, si ni siquiera cuento con ellos para mi vida."

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