Thursday, September 18, 2014

Acerca de pequeñas (o no tan pequeñas) corruptelas en el diario trajinar

Recientemente un cliente vino a consultar por una sanción administrativa impuesta por infracción a normas laborales, en los términos de la ley K 3803 de la Provincia de Río Negro. La sanción resultó consecuencia de un expediente administrativo iniciado con el acta de infracción, en el que se le dió oportunidad al imputado de presentar sus defensas, cosa que no hizo. Luego de vencido el plazo para que se presente sin que lo hubiera hecho, pasaron las actuaciones a resolver, con el resultado ya indicado.
Ante la consulta del cliente y después de interiorizarme de lo actuado, le dí el asesoramiento que más honesto consideré; es  decir, que plantear un recurso (apelación) contra la sentencia administrativa contaba con pocas probabilidades de éxito y que, de fracasar, sólo agravaría su situación, agregando un costo importante a la multa ya impuesta; y que, aunque la entidad de la sanción revestía cierta importancia (aunque tampoco era sideral), dado que existían amplias facilidades para su pago, quizás le conviniera gestionar directamente un plan de pagos, aunque ello implicara reconocimiento de los hechos en que se fundaba.

En un principio, coincidió conmigo en que esa parecía la mejor posibilidad. Sin embargo, al día siguiente me avisó que había hablado con su contador -el mismo a quien le había llevado en su momento el acta de infracción y que debería haberse ocupado de gestionar la defensa-, quien le habría asegurado que lo que convenía era apelar la sentencia, ya que tenían amplias posibilidades de éxito porque el abogado del estudio era el mismo que asesoraba en el organismo que la dictó.

Mi primera reacción fue de incredulidad, ya que mi visión no era tan optimista, en vista que había dejado precluir la oportunidad defensiva. Sin embargo, un análisis posterior me indicó que quizás sí, las posibilidades de éxito fueran las que según el cliente auguraba el contador, considerando que las vías legales no siempre discurren por los mismos caminos que la realidad... No pude menos que sentir un dejo de amargura, además de sentirme profundamente estúpida y desconectada de la realidad.

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